No están los tiempos para defender que ese momento de relajo
made in Spain llamado siesta sea todavía el deporte nacional por excelencia. En
plena crisis ni es estético ni resulta socialmente rentable echarse a dormir.
Hay que mover las piernas, y para eso tenemos a nuestros deportistas dando
ejemplo llenando las pantallas de esfuerzo a tal ritmo que se superponen los
acontecimientos. Gracias a la lluvia no nos perdimos la final de Roland Garros
aplazada para poder ver al completo el empate de la selección con nuestros
compañeros italianos de prima de riesgo. Entre el mar de canales digitales, que
mi televisor ordena alfabéticamente, el mando se volvía loco para encontrar
donde se daba qué. La 1 ya no es la primera del dial, con el plus que le daba
esa posición en el acumulado de audiencia. Ahora su nombre empieza por “ele”.
Tampoco está el deporte en La 2, perdido los derechos del fútbol y el tenis a
manos del binomio Telecinco-Cuatro. Es la parte visible del cambio de modelo
social: menos regalos a costa del erario publico y mayor esfuerzo de la
inversión privada. La televisión es un claro baremo de lo que pasa. Todos,
gobierno incluido, queremos ser Nadal y nos arropamos en La roja para buscar
nuevas motivaciones en la cultura del esfuerzo. Cierto es que algunos practican
el deporte del sillón ante la tele dejando que otros la suden en busca del
triunfo. El propio gobierno sigue pintando la salida de la crisis como el
resultado de su gestión en lugar de un compromiso de toda la sociedad. Quizá
porque vea también que desde su propio equipo nacional le ponen zancadillas,
como aquellos medios que tanto insisten en que estamos siendo rescatados en
lugar de recibir un préstamo. Batalla política de tintes semánticos, con la que
algunos quieren marcar claramente su posición ideológica. Este sigue siendo el
deporte nacional: yo con los míos sea cual sea la realidad. Así que el país se
refugia en mirar a los deportistas en la tele, para ver si ellos levantan la
marca España y nos dedicamos a
exportar balones y camisetas; eso sí,
de alto rendimiento
14.6.12
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