Orgánico y lúdico, el último trabajo del pintor mallorquín está tan lleno de color como de valentía. Una explosión de colores en cada lienzo, con amarillos dominando el centro emulando al albero taurino y con variaciones de azules, verdes, rojos que parecen salir de una paleta de un niño. Hay hasta siete variaciones de ruedos y corridas, en lienzos de distintos tamaños h hasta en cerámicas.
Hay un desparpajo picassiano- simple y descarado - en la temática y la resolución de estos cuadros taurinos. Matéricos, con mucha pintura física en los lienzos, llenos de luz y de acción. Este Barceló emparenta con aquel de las paellas gigantes, el de siempre que ama el mundo del toro y el arte del toreo, del que viene su inspiración y al que rinde homenaje. Aquí están la fuerza de la batalla y la belleza del rito. De la tierra al Mar. Siempre los elementos básicos.
También nos regala mundos acuáticos, peces y pulpos que juegan por los lienzos o en los barros cerámicos pintados con gusto. Barceló brilla en su madurez jugando con sus fijaciones de infancia. Cuadros, acuarelas, cerámicas en la galería de Elvira González. Un paseo por los mundos de un pintor que vive en la tierra como si soñase con el cielo de su infancia.
Javier Martin-Dominguez
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