SAN FERMÍN, LA CARRERA DE LA VIDA
( Historia de mis sanfermines )
1.
Ni local, ni nacional, la fiesta es patrimonio del mundo entero. Y de cada uno que la vive en directo. Ahora es la televisión, y más aún, internet, quienes propagan el escalofrío de la carrera de sanfermines a los cuatro confines. En la era Gutemberg, su apóstol mayor fue Ernest Hemingway. Peculiar carrera la de don Ernesto. Héroe periodístico para los republicanos en la Guerra Civil, volvió para ser coronado como adalid del toreo. Hoy quizá fuese declarado persona non grata. Al menos en Cataluña. Pero en definitiva ha quedado como embajador perenne de un espectáculo sin igual, en el que la vida y la muerte corren en paralelo, cortejadas por mozos anónimos con la misma camiseta e idéntico pañuelo. Se esfuerzan ahora las cámaras en buscar el primer plano cuando el morlaco roza el muslo. Pero el mérito está en el conjunto, en la carrera de todos, mozos y toros revueltos, amigos o enemigos peligrosos de tres minutos de vuelo. Quien haya estado dando botes de miedo en Estafeta hasta que empieza la carrera, entenderá que se culpe al amigo que te llevó a tal extremo del mejor y el peor momento de tu vida. Se va de la angustia al éxtasis-de-haberlo-hecho en menos de tres minutos. Un borbotón de adrenalina. Eso no sale por la televisión.
Acuso a los Sanz y a los Erviti de turno, que me condujeron al callejón de la tortura para salir ileso y feliz. A Manu Leguineche por alentar el bautizo sanferminero y compartir la aventura que él adoraba. Como le pasó a Hemingway y testifican sus 'amigos peligrosos'. Recuerdo ese título de las memorias de su compañero más cercano de correrías en España, el guionista americano Peter Viertel ('La reina de África'), que acabó sus días en Marbella, junto a Deborah Kerr. «Me di cuenta, con cierta alarma, que a medida que madurábamos había un rasgo destructor en su carácter». Quizá Ernest debió seguir metido en esta carrera anual, llena de todo sentido y de ninguno, para estar apegado a la vida. Para vivificarse en el rito y fortalecerse en el esfuerzo. Eso es lo que nos da la carrera; y solo lo verá uno desde dentro si tiene la suerte de tener unos 'amigos peligrosos' que te cuenten el secreto. Aunque visto desde el hoy parece una locura, me enorgullece contarlo porque la suerte de superar el riesgo es como un empujón para seguir viviendo y tentando otras suertes. Viva San Fermin, ayer y siempre. 8.7.19. TRES MINUTOS
Cuando se reúnen todos los ingredientes de un buen guión: lucha de contrarios, acción progresiva y torrente de emociones, la atracción del espectador se alcanza de forma infalible. Pongamos a los protagonistas entre la vida y la muerte, con un tiempo tasado y un escenario de “road movie” con principio y fin. Y si la historia está condensada en una secuencia imparable de apenas tres minutos, se garantiza que será vista, una y otra vez, día tras día, año tras año, porque crea adicción.
Así ha sido, es y será la retransmisión de los encierros de San Fermín que reúne ante el televisor a una legión de devotos tan apiñada como la de los mozos en el callejón. En la liga del zapping mundial, la marca España se ha revalorizado en las ultimas semanas con la eurocopa, con Nadal, Valverde o Alonso que van arañando minutos a la CNN y a los 24 Horas en distintos idiomas. Pero la secuencia reina, pasada en cada una de las televisiones del globo, es la que protagonizan los morlacos y los hombres de blanco y rojo por Estafeta bajo el ojo atento de las cámaras, que pocas veces tienen a tiro fijo un espectáculo tan breve como intenso.
Solo un acontecimiento peninsular tiene hueco seguro en las agendas televisivas del planeta, marcando a todo un país con las etiquetas de “fiesta”, “toro”, “locura”…Improvisadores de ilusiones, que decía Cioran de los españoles, dispuestos a jugársela en unos minutos, para entrar en la lista de los que presumen de haber corrido la milla mas peligrosa con prueba documental trasmitida a cada cofín del planeta.
La emisión se ofrece despojada de todo aditamento y de cualquier narración. La historia por si misma. Esta pasando, lo están viendo…y sintiendo. Después llega el comentario, el zoom, la doble pantalla, la cámara lenta, la ampliación digital….para ir desgranando detalles que estiran los tres minutos a toda una hora para descubrir momentos de riesgos ocultos por la prisa. Los milagros sanfermineros detallados por la cámara. Servir el drama en directo marca el apogeo de la televisión.
AMIGOS PELIGROSOS
Ni local, ni nacional, la fiesta es patrimonio del mundo entero. Ahora es la televisión, y mas aún, internet, quienes propagan el escalofrío de la carrera de sanfermines a los cuatro confines. En la era Gutemberg, su apóstol mayor fue Ernest Hemingway, recordado mas que nunca si cabe en este cincuentenario de su muerte. Peculiar carrera la de don Ernesto. Héroe periodístico para los republicanos en la Guerra Civil, volvió para ser coronado como adalid del toreo. Hoy quizá fuese declarado persona non grata. Al menos en Cataluña. Pero en definitiva ha quedado como embajador perenne de un espectáculo sin igual, en el que la vida y la muerte corren en paralelo, cortejadas por mozos anónimos con la misma camiseta e idéntico pañuelo. Se esfuerzan ahora las cámaras en buscar el primer plano cuando el morlaco roza el muslo. Pero el merito está en el conjunto, en la carrera de todos, mozos y toros revueltos, amigos o enemigos peligrosos de tres minutos de vuelo. Quien haya estado dando botes de miedo en Estafeta hasta que empieza la carrera, entenderá que se culpe al amigo que te llevó a tal extremo del mejor y el peor momento de tu vida. Se va de la angustia al éxtasis de haberlo hecho. en menos de tres minutos. Un borbotón de adrenalina. Eso no sale por la televisión. Acuso a los Sanz y a los Erviti de turno. que me condujeron al callejón de la tortura para salir ileso y feliz. Como le pasó a Hermingway y testifican sus “amigos peligrosos”. Recuerdo ese titulo de las memorias de su compañero mas cercano de correrías en España, el guionista americano Peter Viertel (La reina de África), que acabo sus días en Marbella. “Me di cuenta, con cierta alarma, que a medida que madurábamos había un rasgo destructor en su carácter”. Quizá Ernest debió seguir metido en esta carrera anual, llena de todo sentido y de ninguno, para estar apegado a la vida. Para vivificarse en el rito y fortalecerse en el esfuerzo. Eso es lo que nos da la carrera; y solo lo verá uno desde dentro si tienes la suerte de tener unos “amigos peligrosos” que te cuenten el secreto
CALLEJON SIN SALIDA. SAN FERMIN’ 2013
Solo un evento español a fecha fija tiene ventana asegurada en televisiones del mundo entero: los sanfermines. Cada vez se siguen mas ahí fuera, y cada vez se ven mejor en casa, con el seguimiento detallado e impecable de TVE. Parecía que esta edición se iba a saldar con un mas de lo mismo, lo que ya sería suficiente. Ver a los mozos en su carrera de zozobra entre vida y muerte. Tres minutos de desafío ante los morlacos, retratados metro a metro por las cámaras. Tan bien, por tranquilo y sin incidentes, se iba dando el San Fermín del año 13, que otros asuntos paralelos empezaron a robar plano a la fiesta aprovechando el tirón mundial del encierro. Primero fue la ikurriña gigante la que acaparo los objetivos. Después vino la denuncia feminista por el desmadre de toqueteos que sufren las chicas que subidas a hombros se desmelenan en el chupinazo. Se ha convertido en uno de los tópicos calientes de debate de las redes. El despiste de las cámaras hacia los eventos paralelos duró lo justo porque la carrera volvió a ponerse seria y dramática. El jueves hubo sangre en la carrera y el último viernes aconteció algo insólito. El encierro se convirtió en un callejón sin salida, con los mozos atrapados a la entrada de la plaza. La foto quedará para los anales sanfermineros, con la masa revuelta de caras de pánico y cuernos en sus sienes. Un remedo plástico del Guernica en las fotos de prensa. Como si no fuese suficiente ese drama en tres minutos que supone la carrera, el evento vive entre un mas difícil todavía y el riesgo de que las cámaras miren a otro lado en busca de política o de sexo. Solo la sangre vuelve a poner el foco en su sitio. Los sanfermines son como la vida misma. Un camino por recorrer en el que acecha tanto la ilusión como el peligro. Todos los avatares comprimidos en tres minutos, con la esperanza de llegar sin tropiezos al cielo prometido. Son una metáfora de todo. De la vida, e incluso del país y la política. Gente alborotada, peligros desbocados y una atmósfera asfixiante, que quieren abocarnos al delirio un callejón sin salida.
11.7.09
Muerte en sanfermines
Suena el despertador en esta semana de julio con un tintineo mezcla de ilusión y angustia para abrir los ojos a la carrera de San Fermín. Ante todos ustedes, en vivo y en directo, el mayor espectáculo del mundo: la carrera por la vida. Ningún otro acontecimiento, como no podría ser de otra manera, concita tanto interés en las retrasmisiones televisivas del año. Siempre un record de audiencia en España, amplificado a todo el mundo, que contempla estupefacto como la bravura de hombres y morlacos se pone a prueba sobre empedradas y estrechas calles de un circuito urbano.
Por unos días el baile ante las astas del bicho deja de ser una cuestión privativa del torero especialista. En el encierro somos todos, es un cualquiera, el que juega su partida con la vida y la muerte sin razón alguna, excepto la de querer probar fortuna con el calendario fijado para nuestras vidas por los dioses.
En solo tres minutos pasará por delante de nuestros ojos la metáfora de la lucha por la vida. Los codazos por encontrar hueco, el enemigo implacable, el objetivo a conseguir con la vista hacia delante, la ilusión y el miedo a partes iguales. Todo, como en la vida, contemplado por un ojo omnipotente, el de las cámaras, que además este año tienen detrás a un director privilegiado como Bigas Luna para amplificar el rito y llevarlo hasta los confines de China.
Como cada mañana, la carrera va. Para el corredor en espera la tensión creciente se amortigua a base de saltitos con el periódico en la mano zumbando al aire. Es tal la adrenalina que no se puede esperar mas a que rompa el cohete y anuncie la salida. El estomago se ha subido casi a la boca, y la mente duda en salir despavorido hacia delante o auparse a las tablas y acabar con tanta zozobra. Así al menos lo he sentido yo en mis dos carreras de sanfermines, en las que el deseo por la acción siempre pudo al miedo. Y sabes que es una locura. Pero la experiencia de vivir y vivirlo puede mas. El toro está a punto de llegar.
Visto por la tele, tú-el espectador corres con todos. Te agobia mas que a los del callejón la cantidad de mozos que tapan la calle. Y solo esperas que esto acabe y llegue el parte final de esta guerra con un esperanzador “solo contusionados sin gravedad, que se recuperan satisfactoriamente”. Pero hoy esta verdad edulcorada va a cambiar sus tornas. Hoy la carrera ha sido áspera y confusa. El toro ha encontrado sangre en la vereda. Ese chico que ha caído no se mueve. Se hará el muerto para que pase el tropel como mandan los cánones profesionales.
Los mozos ya están en la plaza, la televisión muestra un ruedo de improvisados toreros sin luces y a los toros dando los últimos cabezazos antes de entrar en toriles. Y ahí aparece de nuevo un signo de tragedia, con un asta alargada y picuda teñida en rojo sangre. Hay alguien empitonado. Y tú, que te tientas la ropa o te restriegas los ojos y te ves libre de heridas, empiezas de todos modos a sentir el dolor. Porque nos lo dijo papa Hemingway, “no preguntes por quien lloran las campanas, lloran por ti”, que eres parte de esa humanidad que corre por la vida, y no eres una isla en ti mismo, sino parte de la carrera en las que estamos todos. Descanse en paz Daniel Jimeno, que nos ha dado la ilusión de la lucha y nos han demostrado que la vida no es mas que una carrera esquivando la fecha de la muerte.
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