27.6.13

SECRETOS A VOCES / HOMELAND


SECRETOS A VOCES
Javier Martín-Domínguez


Una de las tareas que causa mayor desazón al ciudadano contemporáneo es la de conservar en la memoria sus códigos secretos. Su número crece con la complejidad del mundo que vivimos. Para asegurar la privacidad debes mantener en secreto tu código de la tarjeta de crédito o del móvil, las claves de acceso al correo, a la cuenta de FaceBook o la televisión de pago. De tanto ofrecernos y pedirnos que tengamos nuestros códigos personales secretos hemos llegado a creer que la privacidad en el mundo digital estaba asegurada. Y en estas aparecen en escena Assange y Snowden, tirando por tierra toda creencia en el privacidad al asegurarnos que todo lo que viaja por la red esta siendo espiado por los poderes establecidos. Snowden es el hombre del momento, protagonizando una odisea intercontinental digna de las memorables historias de espías de la guerra fría. Los guionistas actuales compiten en grado de imaginación y truculencia a la hora de encarar las nuevas tramas del mundo convulso que vivimos tras la caída del muro. El botón de muestra mas palmario es el de Homeland, ahora emitida por Cuatro, en la que el rescatado prisionero de guerra americano Nicholas Brody termina convertido en el máximo sospechoso de pertenecer a una red terrorista islamista que quiere atentar contra el candidato a la presidencia.  Las técnicas atribuidas al centro de contraterrorismo de la CIA llegan a superar a las revelaciones tipo Snowden que han sorprendido a medio mundo, pero no tanto a los propios norteamericanos seguidores del serial. Ya el título “Patria”  deja a las claras que los trabajos sucios de las agencias del poder se hacen por la socorrida razón de estado. Localizar a los enemigos de la patria empieza a justificar cualquier método de espionaje. Desde instalarte cámaras en casa a leerte tus correos privados. Mientras nos divertimos con las series televisivas de espías, los verdaderos agentes se pasan el rato fisgando en algún romance secreto vía e-mail. Es el nuevo mandamiento del entretenimiento digital: distraeros los unos a los otros, con secretos a voces.

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