SECRETOS A VOCES
Javier Martín-Domínguez
Una de las tareas que causa mayor desazón al ciudadano
contemporáneo es la de conservar en la memoria sus códigos secretos. Su número
crece con la complejidad del mundo que vivimos. Para asegurar la privacidad
debes mantener en secreto tu código de la tarjeta de crédito o del móvil, las
claves de acceso al correo, a la cuenta de FaceBook o la televisión de pago. De
tanto ofrecernos y pedirnos que tengamos nuestros códigos personales secretos
hemos llegado a creer que la privacidad en el mundo digital estaba asegurada. Y
en estas aparecen en escena Assange y Snowden, tirando por tierra toda creencia
en el privacidad al asegurarnos que todo lo que viaja por la red esta siendo
espiado por los poderes establecidos. Snowden es el hombre del momento,
protagonizando una odisea intercontinental digna de las memorables historias de
espías de la guerra fría. Los guionistas actuales compiten en grado de
imaginación y truculencia a la hora de encarar las nuevas tramas del mundo
convulso que vivimos tras la caída del muro. El botón de muestra mas palmario
es el de Homeland, ahora emitida por
Cuatro, en la que el rescatado prisionero de guerra americano Nicholas Brody
termina convertido en el máximo sospechoso de pertenecer a una red terrorista
islamista que quiere atentar contra el candidato a la presidencia. Las técnicas atribuidas al centro de
contraterrorismo de la CIA llegan a superar a las revelaciones tipo Snowden que
han sorprendido a medio mundo, pero no tanto a los propios norteamericanos
seguidores del serial. Ya el título “Patria” deja a las claras que los trabajos sucios de las agencias
del poder se hacen por la socorrida razón de estado. Localizar a los enemigos
de la patria empieza a justificar cualquier método de espionaje. Desde
instalarte cámaras en casa a leerte tus correos privados. Mientras nos
divertimos con las series televisivas de espías, los verdaderos agentes se
pasan el rato fisgando en algún romance secreto vía e-mail. Es el nuevo
mandamiento del entretenimiento digital: distraeros los unos a los otros, con
secretos a voces.
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