Está España ante tales encrucijadas- de la crisis económica
al soberanismo catalán –que no extraña
que se pida mas árnica al Rey cuando ha concedido una entrevista para
televisión. Hacer gala de prudencia y lanzar mensajes en tono de estadista no
ha satisfecho a todos. Hay ganas de mensajes contundentes. A algunos les
encantaría que le pusiese firme a Mas y a este poder replicar con un reproche
mayor que tapar su retrato. En un país que siempre pide sangre, una entrevista
medida y la altura de la circunstancia como la de Hermida, es criticada por no
hacer morder la arena al entrevistado. Ahora que el periodismo ha saltado hecho
añicos, pasto de unos cuantos vociferantes pretendiendo concitar a unos
lectores no existentes, causa perplejidad ver a un estadista y a un caballero
del periodismo sentarse educadamente para repasar los 75 años de vida del jefe
del estado de un país que bajo su mando paso de la dictadura a la democracia,
del blanco y negro al progreso. Cosas vanas... Podría haberle preguntado mejor
por asuntos de peluquería o por algún desliz familiar. Los duros de oído querían que se
repitiese así mismo, y pedir de nuevo perdón por la cacería o reafirmar que
todos debemos ser iguales ante la ley.
Mi interés televisivo estaba en ver como
manejaba el arte de la entrevista nuestro maestro en tantas lides. Hermida
estuvo fiel a su estilo, gesticulante y galante, capaz de crear una atmósfera
apropiada. Ni una pizca de tensión, para dejar ver la piel real del personaje.
El arte del entrevistador televisivo es conseguir la naturalidad del
entrevistado y que sea este y su discurso los que marquen los titulares. Y así
fue. En una entrevista de tal enjundia lo difícil era ser maestro del equilibro
y pensar en la Historia. Si el Rey no dijo mas, seria por ser un rey prudente
en un momento que cualquier adjetivo crea un incendio. Si hay hambre de mas rey
será que el fuego llega ya muy alto. En tal tesitura, el buen estadista y el
buen periodista deben ser mas bomberos que pirómanos. Aunque se pida mas sangre
en un ruedo que ya chorrea bastante. En términos periodísticos, esta polémica no existiría si se hubiese calificado el cara a cara como una conversación- que no entrevista. Pero en un ambiente tan alborotado muchos han pedido que fuese una entrevista a degüello, en lugar de una reflexión sobre el aniversario del rey. Perdidas las formas en tantos terrenos, tampoco en este ha habido tregua.
EL REY DEL VIDEO.
Hubo un tiempo en el que reyes y emperadores basaban sus poderes en la invisibilidad. Hasta que no ocurrió la catástrofe de Hiroshima, los japoneses no conocían ni el rostro, ni la voz del emperador. Fue con el discurso radiado de la rendición, cuando descubrieron el humano timbre de voz de Hirohito. Al otro lado del mapa, el rey de Marruecos obligaba a colocar su foto en cada edificio público y pared dispuesta. Ante el avance avasallador de los media, la dialéctica del poder sobre ser visto o no, quedó superada. Hitler cimentó su avance en una constante presencia mediática, recurriendo a los mejores en la creación de imagen, como Leni Riefenstahl.
Hoy el debate gira en torno a las ventajas de la sobre-exposición, en medir el número y ritmo de apariciones o inundar completamente los medios. La Casa Real española debe haber vivido el mismo debate en estos años, hasta decidir meterse en YouTube y desplegar su batería de imágenes. Aunque el hito anual de la monarquía española sea el mensaje de navidad televisado al país, el momento de mayor gloría del monarca en el uso de la imagen fue en la turbulenta noche del 23-F. Un video salvo la corona, y la democracia española. Seguro que será el momento estelar en el historial de la imagen del Rey. En aquella España de incipiente tecnología, La Zarzuela no estaba equipada para dirigirse directamente por las ondas al país. Tuvo que grabarse el video y Pedro Erquicia lo llevo escondido hasta Prado del Rey evitando los controles de militares rebeldes. Su emisión paró el golpe.
Vemos ahora al Rey levantado de su sillón, apostado en el frontal de su mesa de despacho en un discurso navideño medido, dirigido a esa España que se rompe en medio de la crisis por la frontera del Ebro. Cada palabra traerá ríos de tinta. Por imagen, entendemos que es un monarca erguido ante la adversidad. Un monarca a todo video, mientras el insurrecto Mas tapa su imagen en la toma de posesión en la Generalitat. Visto o no visto, presente incluso en su invisibilidad. ¿Qué imagen obrará esta vez el milagro de desactivar la crisis?
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