15.11.09

LOURDES. Mujeres de cine

Llevar a puerto una película siempre es un pequeño gran milagro. En ocasiones lo es de manera literal. ¿Una historia sobre una mujer, firmada por una directora y que trata de milagros? Así es Lourdes, de la austriaca Jessica Hausner, que aporta una visión tan minuciosa como discreta de aquellos que buscan la redención en silla de ruedas para, por ejemplo, poder disfrutar el amor como los demás. Milagro es también que un festival, como hace este año el de Cine Europeo de Sevilla, cuente con más mujeres directoras que directores firmando las películas de la sección oficial.
Dicen las mujeres del cine español que son pocas las que acceden a la dirección. El Ministerio de Cultura, que dirige precisamente una de ellas, quiere paliar la situación. En la Europa del sur tenemos que recurrir a este apoyo adicional hasta que se normalicen las cosas. El cine de la Europa del norte sí está repleto de mujeres que hacen películas. Por méritos propios. No se trata de un milagro. No es una pirueta, como el guión de la colorista Pepperminta, dirigida por la artista Pipilotti Rist. No es un giro social, como el Fish tank de Andrea Arnold, que atesora un Oscar y dos premios de Cannes. La lista sigue.
Con la noruega Eva Dart y su adaptación de La joven de las naranjas, la israelí Keren Yedaya que se atreve con un Romeo y Julieta entre judía y palestino en Jaffa, o la turca Asti Ozge con sus Tres hombres en el puente. Más la realizadora china, con producción en Inglaterra, Xiaolu Guo, que rompe barreras y ha conseguido ganar en el festival de Locarno.
Va a ser que el cine, o al menos su nuevo punto de vista sobre la Europa actual, es cosa de mujeres. Lo cuentan con una sensibilidad que llega a los nuevos públicos, y lo ruedan con una solvencia que las llena de premios. Pasó el tiempo de las grandes estrellas en la pantalla, y ha llegado el de las que destacan detrás de la cámara.

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