Cuando presentamos en Mexico DF la película sobre Leonora Carrington, El juego surrealista, Elena Poniatowska fue la maestra de ceremonias en el pase de la Universidad de Sor Juana. Aquella misma tarde, la mujer mas solicitada de México, debía asistir a otro evento: la inauguración de la Biblioteca dedicada a Elena Garro. "Es un sinvivir”, me decía la Poni a la que la calidad de su fama le obligaba a hacer de madrina para todo. El calendario había unido en un destino incierto de nuevo a la Carrington y la Garro, ambas ya fallecidas.
Leonora llevó una espina clavada en su últimos años cuya responsable había sido la primera esposa de Octavio Paz, con el que si mantuvo una estrecha amistad. Pero los turbulentos sucesos de la Plaza de Tlatelco y la revuelta juvenil del 68 dieron lugar a un episodio que haría renacer en Leonora el miedo atávico a la persecución. Volvería a anidar en su alma y en su cuerpo la tensión de aquella huida de Saint Martin d´Árdeche: la huida de los nazis, que le llevó a España, y a su triste internamiento en la clínica psiquiátrica del Dr. Morales en Santander.
Leonora fue muy activa en los movimientos en torno al 68, que precisamente Poniatowska describiría con detalle en su libro La noche de Tlatelolco. Leonora estuvo presente
en las reuniones de intelectuales del momento y llegó a donar un cuadro que fue subastado para recaudar fondos de apoyo al movimiento estudiantil. Lo que nadie esperaba es que “una de los suyos” actuara de informante, de denunciante ante los servicios secretos. Esa fue Elena Garro, que puso su dedo acusador sobre Leonora entre otros.Aterrada, como en otros tiempos del pasado, Leonora se sintió por vez primera extranjera en el México que tan bien la había acogido, y emprendió su último exilio, marchándose a los estados Unidos.
Hable meses antes de este episodio triste con Carlos Monsivais. "Un momento que sí me parece muy interesante en su vida es el 68. Recuerdo a Leonora muy conmovida, muy solidaria y luego cuando viene esta denuncia de Elena Garro que había sido la mujer de Octavio Paz, muy consternada. La señora Garro en un momento de… disparate , señala a una serie de intelectuales y escritores y de pintores . Leonora se siente afectada, se siente como amenazada directamente” Chicago y Nueva York fuEron sus escalas en la nueva huida sin patria. Un tiempo mas tarde volvería a su casa de la calle Chihuahua. Aquel dolor se mantuvo con ella, pero los amigos e intelectuales que la rodeaban recordaron mas su gesto y valentía, que la obligada huida del extranjero que siente el peligro en casa ajena . Apostillaba carlos Monsivais: “ Con la solidaridad que mostró y el cuadro que nos dio, todo eso me sigue pareciendo un acto de una gran belleza de parte de Leonora”.
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