25.8.09

AMOR DE VERANO (sin tv)

Parecía un anuncio. Estirado y moreno, con ojos azules, tumbado a la sombra de un ullastre a la entrada de la cala. Pero era de verdad. Un precioso y solitario gato siamés, reclamo perfecto para dar un subidón de ternura a los niños. Se lo terminó llevando una caritativa bañista, que no consiguió colocarlo en la chalet más cercano. Así que terminó aterrizando en mis brazos ante la atenta y gozosa mirada de mis hijos. Pensé interesadamente que a falta de televisor en la casa de verano, qué mejor que acoger un gato. La ilusión de rescatar a una eventual victima del abandono veraniego pesaba tanto como la de tener para los niños un sustituto de mayor enjundia que la caja de mirar. Y sin duda lo fue, aunque el tierno y natural entretenimiento apenas duro un par de días pese a la búsqueda denodada del minino entre fincas y matorrales. Lo cierto es que los niños no volvieron a reclamar un televisor. Los gozos de la naturaleza y la vida animal han suplantado felizmente a las comidas y veladas de familia engullida por la tele. No hemos sido los únicos. La tele del verano se suele quedar tan sola como tantos perros y gatos abandonados. La curva del consumo empieza a caer vertiginosamente en julio y se desploma hasta hacerse plana en agosto. El tubo lo intenta todo para no ser abandonado. Nos ha ofrecido los mejores directos. Desde el chupinazo no ha parado. Tour, mundiales de atletismo, europeos de natación, recuerdos de Jackson,….que se yo. Nos ha dado avisos serios: el adiós de Lazarov, de los grandes de la tele en America, Cronkite y Hewit, las provocaciones de la TDT de pago en plena canícula. Y seguimos sin mirarla. Los padres metidos en el ordenador. Los niños con los dvds y la psp. El mundo multipantalla cubre las horas en las que no hay playa o gato que seguir. Como un amor al final del verano, ahí se quedó solo y apagado el televisor.

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ALBANIA SALE DEL MISTERIO.