27.8.09

Edward Kennedy. The open convention


Conservo un pin de la campaña americana del 80, quiza el mas simple aunque tambien uno de los mas grandes, que lleva inscrita entre circulos la palabra "OPEN". Era el grito de guerra con el que los seguidores de Edward Kennedy querian conseguir que los delegados comprometidos durante las elecciones primarias quedaran libres de ataduras y decidieran su voto allí, en la convencion democrata que se desarrollaba en el Madison Square Garden de Nueva York.

Jimmy Carter entonces presidente aspiraba a un imposible segundo mandato, lastrado ante la opinion publica por el fiasco de los rehenes de Teheran, por los que le tachaban de entreguista al aceptar el traspaso de la soberania del canal a Panama, por una economia que no acababa de levantarse... El populismo de Reagan y las conexiones de Bush amenazaban claramente a los democratas y solo Edward Kennedy mantenía viva la llama del entusiasmo, que iba creciendo de su parte mientras se llegaba a las puertas de la convención en agosto. Los números le negaban la opcion de seguir el camino de sus hermanos, y los pins con el OPEN eran la última palabra a la que agarrase a la desesperada para salvar la candidatura, el partido, y quiza el país.

Se reunió con sus fervientes seguidores en el hotel frente por frente del Madison SG para una ultima arenga. Su verbo fluido, su tez risueña, su corpachon empujando, Kennedy se hacía notar y desear. Fue la primera vez que le vi cara a cara, cuando le entreviste para mi corresponsalía de entonces, la de Radio Nacional de España. Derrochaba ilusión aunque con la medida bien tomada, la de un político hecho en su propia casa, dentro de una saga aunque con mas peso personal que el colocaba como simple tercero de los Kennedy.

Pero cuando se subió al pedestal montado en el Madison para lanzar su arenga a los enforvorizados delegados, amigos, periodistas y politicos curiosos, Edward Kennedy dejo claro en el primer minuto, tras unos interminables aplausoos de aliento, que "no estaba alli no para defender una candidatura, sino para reafirmar una causa". Hizo un discurso histórico- conservado hoy entre los mas preciados de la gran retorica politica americana -desgranando con pasión las claves de la politica liberal y democratica, la mas cercana a la clase trabajadora de los dos grandes partidos, y denunció hasta la carcajada la politica reaganista que se venía encima.

Para cerrar, recurrió a unos bellos pasajes del poeta favorito de la familia, Tennyson:
"I am a part of all that I have met
To [Tho] much is taken, much abides
That which we are, we are --
One equal temper of heroic hearts
Strong in will
To strive, to seek, to find, and not to yield."

El discuro de una derrota se habia convertido en la mejor arenga para plantar cara al enemigo pokitico común. Kennedy y los suyos no consiguieron la convencion abierta, pero si ganar animo, mantener ilusión para la battala politica que se avecinaba. La magia del último Kennedy estaba servida, para dejar claro que meter el corazon en un puño hablando con el corazon en la mano es el arte de unos pocos. Edward Kennedy demostro quien era y que estaba maduro para la ocasion. Había perdido aquella batalla, pero ganó la guerra por el control de los ideales que defendería el Partido Democrata hasta la fecha. Su verbo sí triunfo.

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