2.6.15

ADIOS A JUAN GRAVES. (del verano y la nada)




Desde que Robert Graves eligió Deiá para su exilio en compañía de Laura Riding, el halo poético ha envuelto a la ciudad del Teix. La Guerra Civil española le condujo a un nuevo exilio, y cuando definitivamente volvió a su casa de Canellum venia acompañado por su nueva mujer Beryl y cuatro nuevos hijos, a sumar a los cuatro que ya tuvo con su primera esposa Nancy Nichols.
Gracias a los buenos oficios de su nieta Natalia Farrán Graves, disfrute en los años novena de unos veranos  de delicia y  maravilla residiendo en la casa del menor de los Graves, Tomás. Había que estar pendiente de que no se secase el pozo de agua en el subterráneo de la casa y de que las plantas de ricos aromas no se marchitasen. El verano se media por los paseos a la cala y las noches estiradas en Sa Fonda. Disfrutamos de la conversación de la viuda Beryl, y de los hijos y descendientes. Entre ellos Juan, que sin duda estaba tocado por la poesía en su alma entera y era un verso andante entre los desniveles del pueblo. 
Juan nos llevó a su casa de la montaña, allí donde su padre se perdía para atrapar la inspiración mas profunda, y donde él encontró su hueco perfecto para ser el mismo en la tierra. Era callado y parecia enigmatico. Pero no había ni doble fondo, ni impostura, ni doblez en este hombre que flotaba en el aire y se expandía en la música. Con Tomas y alguno mas formaba la Pa amb oli Band, que ponia banda sonora al sueño hippie de una Deia suspendida en otro tiempo, y que terminaba llenando el aire de verano de toda Mallorca en sus giras. Puro rock & roll; del bueno. 
En el Deiá de los beatniks, hippies, románticos y existencialistas era difícil destacar, porque todos eran singulares. Los Graves, los Waldrem, los Klarweim,... Literatura, pintura, teatro, danza, arqueología,... Pero yo sentí la presencia de Juan Graves como una de las mas síngulares. En sus silencios y su suave sonrisa te hacia sentir una paz poética difícil de igualar.  Nos paseo por el Clot, y nos subió a lo alto donde su casa era tan simple y natural como el quería para su personalidad.
Cada verano en Deiá, los Graves se encargaban de resumir la historia de los meses estivales en una obra de teatro representada en el teatro romano diseñado por el propio Robert en la finca de Canellum. Se escribía la obra con pequeñas anécdotas de lo acontecido y se le ponía un lazo de unión. Un verano se encontraba en el pueblo Sir Alec Guinness, y fue invitado a participar. Pero el grande de la escena puso una condición: que no pronunciaría mas que una palabra...
La representación se anunció como “La llegada de Godot”. Y la presencia de Sir Alec se reservó para el momento final. “Godot ha llegado, Godot ya esta aquí." Que nos dirá, por fin, Godot”. Alec Guinness salió a escena y respondió: “Nada”.  Su única linea, reducida a la palabra prometida. 
Es lo que se siente con la marcha y el vacío que deja Juan Graves.







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