19.12.13

UN ESPEJO EN EL DESIERTO. Lawrence y Peter O´Toole





UN ESPEJO EN EL DESIERTO


Hay películas que no caben en un televisor. Como el Lawrence de Arabia de David Lean, que sabía ensanchar los límites de la vida al grado de gran pantalla. Nunca el desierto se sintió igual, iluminado por dos destellos azules salidos de los ojos de un chico de sangre irlandesa que se quedó con el papel. Y lo agrandó tanto que se salió de la pantalla y se hizo una cara universal. Como el propio Lawrence, al que retrato Robert Graves y a quien Lean quería esculpir en celuloide. Y para ello eligió a un  hijo de irlandeses como Lawrence, del mismo porte y singular carácter. En la prueba, el 20 de noviembre de 1960,  O´Toole dijo a cámara unas frases de un guión aún por terminar, y el director sentenció. “No gastemos un metro mas de película. El chico es Lawrence”. Ni Brando, ni Guinness, ni Finney. El papel estaba esperando a un joven de 26 años. Tras la sentencia de Lean, el actor le preguntó:  ¿Es un papel hablado? Pasaba en aquel momento de figuración distinguida sin frase, a comprometerse con un guión, que le obligaría a memorizar 648 líneas, el mas largo papel hablado en la historia del cine. Las diría,  y bordaría un papel para la historia, con escenas en Sevilla y Almería, donde aún recuerdan las aventuras del irlandés. Hay que tener un claro signo de distinción para no quedar eclipsado por las tierras del desierto. Todo pierde su sentido en medio de la nada mineral. Como destacar y convertirse en oasis en lugar de ser confundido como un espejismo es tarea de gigantes. Como Lawrence/O´Toole, que reinó sobre las arenas como nadie soñaría jamás. Mientras David Lean luchaba con tempestades de arena y la dificultad de montar sus cámaras en pleno desierto, un milagro llegó en su auxilio. El chico irlandés daba destellos, como un espejo en el desierto. Era Lawrence. Y Lawrence viviría en la pantalla con él. Esta transfiguración, como Brando en El padrino, deja marcada en la leyenda la capacidad actoral de un hombre que nunca defraudo, hasta su magistral papel en El último emperador de Bertolucci. Un actor de leyenda mas grande que cualquier pantalla.



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