FIN DE SIESTA
Javier Martín-Domínguez
Se termina el tiempo de las siestas estivales, nada furtivas
como las de invierno, que se
duermen con un ojo abierto puesto en la telenovela o en los documentales de
animales de la 2. Vemos ballenas tragándose toneladas de peces o conejos en su
madriguera retratados con máxima calidad por vez primera por BBC. Vemos el
desove a plazos de la salamandra, garzas reales, grullas camino del sur y a los
arcaicos sapos y su vida en el cañaveral.
Se aprenden muchas cosas sobre el reino animal a la hora de la siesta.
Algunas quedarán en mera curiosidad, pero otras facetas de nuestro hábitat
necesitan ser conocidas por las amenazas que conllevan. Tras un simple picotazo
del mosquito tigre, se adivina una invasión incontrolable. Algunos invasores
amenazan la supervivencia de especies propias, como pasó con el cangrejo de río
ante la introducción del americano. Fue solo el comienzo. Hay casos de gran
trascendencia como el mejillón cebra, que llega a formar tapones en las vías de
refrigeración de centrales nucleares. Los mismo sucede con el crecimiento
incontrolable de especies que un día fueron ajenas: los visones en Galicia o el
caracol manzana en el Ébro. Las especias no son el problema en si mismo, sino
quienes que las trasladan a lugares que no deben. Un caso palmario entre los
relatados en el documental Invasores de
Luís Miguel Domínguez (La 2) es el de los palmeras traídos sin control desde
Egipto para decorar el desarrollo urbanístico español, alocado tambien en esta
vertiente. Dentro venía el picudo rojo, un escarabajo que amenaza con destruir
todos los palmeras. La batalla es dura. Está en marcha. Pero parece que la
única solución es la guerra a muerte contra los invasores. El documental
muestra la amplia gama de enemigos de la flora o fauna autóctonas. Un peligro
total. Los documentales de naturaleza no son pues mera observación del reino
animal en su esplendor. Tambien nos alertan sobre la situación y evolución de
nuestro habitar cercano y directo. Ojo con dormirse a la hora de la siesta.
Mejor mirar y enterarse de los peligros que acechan.
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