Lo prometido es deuda. He aquí la primera parte de la entrevista exclusiva que Javier-Martín Domínguez, director y guionista del documental 'Leonora Carrington y el Juego Surrealista' tuvo la amabilidad de concederme. Espero sus comentarios. Mil Gracias, Javier !!!
1.- Joaquín Hernández Hinojosa: Javier, estarás de acuerdo conmigo en cuanto a que Leonora Carrington, así como un Vincent Van Gogh o una Frida Kahlo, fue uno de esos personajes a quienes la gente identifica plenamente no sólo por su obra plástica, literaria o escultórica sino por haber tenido una vida ‘de película.’ ¿Cuál piensas fue la razón de que Leonora, famosa por su aversión hacia los medios de comunicación, haya accedido a participar en este ‘testamento audiovisual’ como tú tan bien has llamado a tu documental?
Javier-Martín Domínguez -- Todo el mundo al que consulté calificaba a Leonora de secreta y huraña. Nadie me dio esperanzas para tener acceso a ella y para conseguir una amplia entrevista. Su dama de compañía, Yolanda, me dijo tras nuestro primer encuentro a dos y sin cámaras. “Ha tenido mucha suerte, porque a los diez minutos dice que le duele la cabeza, y se va escaleras arribas dejando plantado al entrevistador”. Leonora era muy celosa de su intimidad, temía ser agredida y no soportaba ni la conversación insulsa ni la arrogancia. Pienso que las claves de nuestro buen entendimiento estuvieron en tener una actitud suave, cariñosa y de respeto hacia su persona, un claro conocimiento de su obra y evitar ser pretencioso al encarar los temas artísticos, algo que Leonora detestaba. Se respiraba un aire de soledad en su casa de Chihuahua. Y Leonora agradecía la compañía. El entendimiento personal, más allá de las pretensiones de un rodaje o una entrevista, fue la clave de que nuestra conversación se prolongase durante diez días. Siempre en sus términos. A pesar de la edad era una mujer fuerte y con un control sobre todo lo que sucedía. Cuando llegas como intruso a la vida de otro no debes exigir, solo convertirte en un médium de sus gustos, deseos e intereses. Solo así puedes lograr finalmente una atmósfera de intimidad cómplice. Cuando pasas del interrogatorio a la conversación, es cuando el sujeto de la historia da lo mejor de sí. Al final, era la propia Leonora la que me animaba a volver con la excusa de tomar el té o salir a pasear por la Colonia Roma. Se olvidó finalmente de la cámara y todo el equipo se convirtió en una familia circunstancial, y Leonora vio que no sólo la respetaba, sino que la quería.
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