En el cine y la televisión nos dan continuamente gato por
liebre. Creemos ver una cosa, cuando en realidad es otra. No solo por los
efectos especiales. Tambien sucede con las personas. El caso mas espectacular
es el de los llamados especialistas, que
ponen su cuerpo en acción para sustituir a las estrellas y evitarles cualquier
percance. Tambien está el denominado doble de luces, en el que el sustituto aparece en la lejanía o de
espaldas para rebajar el número de horas que las estrellas están en el rodaje.
En ocasiones un cuerpo mas dotado de atributos sustituye al del protagonista.
Este juego de identidades lo llevó a la pantalla grande Brian de Palma en Doble
cuerpo, en el que se jugaba a todas esas
sustituciones y era parte del argumento de la falsificación de identidades para
enredar una trama de asesinato.
Con la entrada en escena de Amy Martin (sus
cortos, videos y artículos) hemos conseguido tener en España nuestra propia
trama mediática del juego de las personalidades equívocas. Tan trivial como
emblemático, tenemos por fin un caso de fácil comprensión general para
certificar que la España de la
crisis tiene un problema de identidad. Nada ni nadie es lo que parece. Hasta la
prensa se equivoca al identificar a Chavez. Los personajes mas honorables del
sistema resultaron no serlo. Están empapelados desde el presidente de los
empresarios al cuñado del Príncipe. La trama nacional es cada vez mas amplia y
compleja, llevando al público a sentir una gran decepción por el engaño. Todo
valía para dar el espectáculo de un país en crecimiento. Cuando las vacas se
han hecho flacas, el personal pide la retirada de los actores principales
porque no daban la talla ética. En esta sociedad del espectáculo, todo vale
mientras la audiencia se sienta satisfecha. Pero la realidad nacional era una
mera ficción. La mejor serie está en el telediario. Un problema de identidades
personal y de identidad nacional. Descubierto el engaño, mas que un doble el publico reclama luces: transparencia y legalidad.
Gatos contra liebres que corren con el dinero ajeno.
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