En pleno sarampión de los reinos de taifas, resulta chocante
ver al mundo unido, mirando hacia el cielo a través de la televisión para ver a
un ser humano subir a lo mas alto y dejarse caer a tierra superando una vez mas
nuestras fragilidades. Podíamos preguntar como en la leyenda del comic si es
“un pájaro, un avión o….es superman?”. Ya no se llama Clark Kent. Es austriaco
y bautizado Félix. No solo él. Tambien la técnología ha estado a la altura de
las circunstancias. Con las cámaras subiéndonos en globo mas allá de la
estratosfera y permitiéndonos contemplar de cerca su caída al abismo terrenal.
Toda una proeza que incomprensiblemente TVE no emitió en su primera cadena, que
debe estar para los momentos estelares, máxime si afectan a la humanidad
entera. Solo los comienzos de la carrera especial, con Yuri Gagarin y John
Glenn, mas la retransmisión de la llegada del hombre a la luna, provocaron tal
expectativa. Pero sobre todo esa sensación de incredulidad y de vértigo individual
y colectivo, ante la realización de un reto singular.
Curiosamente nuestro
nuevo héroe cayó no muy lejos de donde el David Bowie de “El hombre que cayó a
la tierra” tuvo su destino. Era en un pueblecito del estado norteamericano de
Nuevo México, elegido por el director británico Nicholas Roeg como escenario de la película. Ese pueblo se
llamaba y se llama Madrid, que arrastra historias de conquista y de días
dorados al calor de una mina de carbón. ¿Será un augurio o será parte del
delirio que marca nuestro vértigo nacional?. El maestro del suspense
cinematográfico Alfred Hitchcock también recurrió a “lo español” para
ejemplificar la sensación de vértigo o de “sudores fríos”, como tenía el titulo
original de la novela de Boileau y Narcejac en la que se inspiró el guión de su película. La escena cumbre se desarrolla en la subida de James Stewart al
campanario de la mas grande de las misiones californianas, la de San Juan Bautista de herencia
española. Todo tan de película como nuestro vértigo nacional, con un Artur Mas
de protagonista estelar del salto al vacío.
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