Martín-Domínguez reivindica a la última surrealista
Presenta en Sitges un documental sobre la vida de la pintora y escritora Leonora Carrington
14.10.12 - 00:54 -
En 2011 falleció Leonora Carrington, la última surrealista, pintora, escritora y al final de su vida también escultora. Javier Martín-Domíguez tuvo acceso a su intimidad y durante un tiempo, con la paciencia del santo Job, fue grabando sus encuentros con ella en México, donde vivía semirecluida, siempre como y cuando ella quería, «con la intención de preservar su memoria audiovisual», según sus palabras. El resultado es 'Leonora Carrington. El juego surrealista', presentado en la sección 'Noves visions' del Festival de Sitges.
La cinta narra la vida de Leonora, hija de una de las familias más ricas de la Inglaterra. Casada en París con el judío alemán Max Ernst, la detención de este por los nazis la hace huir a España. Aquí es internada en un psiquiátrico del que escapa y viaja a Lisboa buscando a un viejo amigo, el poeta, diplomático y antiguo telegrafista de Pancho Villa, Renato Leduc, con el que se casa. Ambos se trasladan a Nueva York, donde entra en contacto con el surrealismo y colabora con André Bretón y años más tarde fijan su residencia en México, donde vivió el resto de su vida hasta su muerte hace un año.
Martín-Domínguez, periodista, colaborador de los periódicos de Vocento y cineasta, desveló cómo «me emocioné leyendo 'Memorias de abajo'». «Me propuse buscarla y día tras día descubrir sus puntos más personales e íntimos», comentó. El resultado es un documental entrañable, sin narrador, dividido en capítulos, que retrata su círculo más próximo, su quehacer diario, siempre en favor de la artista, desechando testimonios y perspectivas que nos sacasen de este entorno. «He estado muy feliz de formar parte de una familia de carringtonianos», asegura. El cienasta afirmó que Leonora «es en estos momentos una figura en auge» y recordó que «de cara a su centenario -que se conmemorará en 2017- se están organizando numerosos actos y homenajes por todo el mundo. En México la consideran como algo propio».
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