30.9.09

ROSA DE LOS VIENTOS

Siempreha salido volando allá donde le llevase el viento de la noticia. No ha regateado esfuerzo, ni la ha detenido el miedo. Es un caso singular el de Rosa Maria Calaf. Hecha de acero y revestida de cordialidad, ha sabido contar las historias mas amargas del mundo y traerlas hasta casa para que tomásemos conciencia de problemas lejanos en el espacio, pero cercanos en el corazón. Ha habido pocas mujeres en el periodismo español que se aventurasen tan tempranamente en el duro oficia del enviado especial. Se forjó en las carreteras de Europa a golpe de auto-stop, y luego se aventuró en África para tener su carta verde de todo terreno. Sin dejarse aprisionar por los trabajos ejecutivos entró en un carrusel de corresponsalías por cada punto caliente de todos los continentes: De Nueva York a Moscú, de Buenos Aires a Roma, de Peking a cualquier parte. Siempre he visto a esta Rosa de los vientos mas cómoda en lo mas difícil: los desastres que dejan miles de desamparados, las tragedias colectivas por hambre, abuso de poder o corrupción.

He coincidido con ella en Nueva York, en Moscú y en otras coberturas que hemos recordados en el Hay Festival de Segovia, con una cierta nostalgia sobre un tiempo de respeto a la información internacional de calidad. Aunque sea una jubilada forzosa y a regañadientes de la pantalla publica, Rosa sigue en la carretera. Entre premio y homenaje, ejerce un necesitado sacerdocio del periodismo honesto, el que se hace en primera linea, a pie de calle y el que escucha a los mas débiles. Olfatea la noticia, busca la verdad y la cuenta en la pantalla o en el auditorio con una claridad y una firmeza que abre los ojos y las mentes del publico. La televisión basura también está intoxicando la información y obliga a un compromiso de militancia sobre las bases éticas del periodismo y la responsabilidad de informadores y empresas. Para que no se nuble mas el objetivo, Rosa es el mejor altavoz.

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