HUMO DE MARIA...

La droga en pantalla siempre crea adicción en la audiencia. El reportaje de “21 días” dedicado a al cannabis provocó un subidón de share para Cuatro desconocido para la cadena en el segundo prime time.
La fruta prohibida genera curiosidad. Incluso morbo, como en este caso en el que la conductora del programa hace de conejillo de indias para probar la sustancia y contarnos sus efectos.
La vieja doctrina del periodismo anclada en la objetividad y el distanciamiento de la situación son el envés de este otro tipo de historia en el que el profesional es el protagonista y sobre el que recae el peso de la prueba. Aunque por otras razones y con otros métodos, estamos mas cerca de aquel “nuevo periodismo” de Tom Wolfe o Gay Talese, al que casi le cuesta el matrimonio su estudio en profundidad de los prostíbulos. Para contar una historia hay que estar dentro de ella, vivirla en el propio cuerpo. Por eso, la reportera tiene que inhalar 21 días el perfumado humo del porro. Mareo, dolor de cabeza, pérdida de atención, vómitos,…el rosario de efectos perniciosos fue la tesis que nuestra enviada especial al mundo la droga blanda puso sobre la pantalla. Por contraste sus entrevistados hablaban, y sentían, maravillas sobre la sustancia. Una especie de contrapeso expositivo, aunque con una última historia, de los redimidos del enganche a la maría, que abogaban claramente por aborrecerla y hasta no legalizarla. Tesis final aparte, este viaje guiado a la droga efectivamente engancha. La personalización es un aliciente narrativo.
Se inscribe la historia en esta nueva tendencia del reportaje ligero y de escasas calidades de producción (Callejeros, Comando Actualidad, …) Su lógica de trabajo está en los bajos presupuestos, el interés por los temas de calle en tiempos de crisis y la ligereza y ductilidad de los nuevos equipos de grabación. El documental y el reportaje, que fueron desalojados hace años del prime time, han regresado con energía como uno de los frutos positivos de la crisis.