19.3.09

EL ESCENARIO DEL CRIMEN

Con esta explosión de realismo televisivo, el lugar del crimen se ha trasladado ahora a la pantalla. Han tenido que pasar largas semanas de rastreo en busca de un cadáver supuestamente lanzado al Guadalquivir, para que la confidente del asesino corroborase la versión. Pero no ante el la policía o el juez, que sería lo propio, sino en el plató de una cadena. La gran diferencia entre contarlo a un juez o contarlo ante las cámaras reside en que la declaración aquí se cobra, y que su repercusión social alcanza nuevas cotas.
Una mujer asesinada por el novio tras aparecer en un programa. La mujer auxiliada por el profesor Neira negando la secuencia de los hechos en otra cadena. Y la joven de catorce años que compartía piso con el asesino confeso de Sevilla reconfirmando la declaración de culpabilidad.
No por conocidos los hechos, resulta menos dramática la deriva que han tomado estas cuestiones. No sabemos si estamos ante la televisión como nuevo confesionario, o si la pantalla se ha convertido en un atractivo y lucrativo lugar donde el crimen no lleva aparejado el castigo, sino la recompensa, en forma de fama y también de dinero.
Hace unos pocos años una cadena decidió retirar de la circulación aquel patio de vecinas llamado Tómbola en el que la vida de famosos y asociados se aireaba como ropa tendida de todos los colores. El resultado fue un florecimiento del genero. Después llegaron los programas de telerealidad, cuyo degradación subió en paralelo con la necesidad de aumentar los ratings. Las pantallas españolas se han convertido en un cuadrilátero salvaje, sin lugar para la ética y sin asomo alguno de pudor por parte de los invitados, ni de autorregulación por parte de las cadenas.
Con la crisis económica parece que se nos invita a aliviar las penas con una doble ración de crímenes y recompensas. Ganarán los datos de audiencia, pero sin duda perdemos todos en decoro social y calidad humana. Programas basura, informativos aderezados con sangre, semipornografía disfrazada de concurso…el rosario de tales grandezas televisivas esta colocando a los profesionales que las programan al nivel de sus discutidos invitados y de los criminales cuyas fechorías mas que denunciar parece que alientan.

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