TOM WOLFE, NUNCA DIGAS ADIOS AL PERIODISMO
Cuando mas le necesitábamos, entró en escena. Con el final de los setentas- muerto Franco -, los periodistas españoles necesitabas nuevas armas. La primera fue la del “objetivismo”. Fuera adjetivos, fuera propaganda. Pero necesitábamos tambien una nueva narrativa, lejos del toque imperial de las cronicas engoladas del tardofranquismo. Y entonces apareció Tom Wolfe con sus crónicas del nuevo periodismo editadas por Anagrama. Y con la "Gaseosa de acido eléctrico" ( en Azanca-Jucar). Los leímos con pasión y los interpretamos lo mejor que pudimos para los medios del momento. Estábamos con el nuevo periodismo, el de la prosa viva y larga, el de la realidad narrada en historias, el de la literatura frágil, el de la vida escrita en capítulos. No teníamos un The New Yorker, tampoco un New York Magazine….pero todo se anduvo.
Conocí al periodista fetiche y maestro en los años ochenta en Nueva York. Siempre a lo dandy, cuello duro, trajes blancos, botines, pelo lacio y sonrisa de sabueso. “Si voy al Bronx de esta guisa, pensarán que soy un abogado. Pero la verdad es que me gusta que noten que soy un periodista, que soy otra cosa….” No conjugaba el escepticismo, mas bien las ganas de narrar el tiempo que vivía. Y alcanzó la altura definitiva con The bonfire of the vanities, La hoguera de las vanidades, que acabó en gran película. Quizá no sea lo mejor de los suyo, pero si lo mas amplio y resultón.Al fin y al cabo, el crónicon de los años ochenta, cuando todos se creyeron estar en Babylonia… Apenas nadie, casi ni el mismo, recordaba aquellos artículos que escribía para uno de sus primeros periódicos The Washington Post, sobre hispanoamérica y especialmente sobre Cuba, que le valió su primer premio.
Tom nos hizo mejores periodistas, mejores escritores. Hizo del periodismo una bella arte, donde las dosis de realidad y de artificio literario convivían juntas y felices. Una explosión de hechos y palabras, agitadas en la botella de acido eléctrico, para cincelar la historia en presente continuo. Lo llamamos nuevo periodismo y el ( con Gay Talese, con Ken Kiseey, con Joan Didion, con.) es su santo patrón. Que siga la escritura y que nunca digamos adiós al periodismo.
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