Javier MARTIN-DOMINGUEZ
Arthur Miller iba a tomar el tren de Conneticut a Nueva York, y le entregó su tarjeta de crédito al cobrador de la ventanilla para pagar el billete. “Se llama usted como el famoso escritor”, le dijo el hombre uniformado al leer su nombre impreso en la misma. “Es que soy yo”, respondió automáticamente el autor al verse descubierto. “Hombre, como va a ser! Arthur Miller se murió hace mucho tiempo”
Él fue el primero en romper a carcajadas al relatar su anécdota, en un descanso de las reuniones del Pen Club en Nueva York, a mediados los 80. Y le seguimos los demás que hacíamos corrillo, la poeta Carolyn Forché, su marido el fotógrafo de Time Harry Mattison, la tambien fotógrafa del Village Voice Pamela Duffy y yo mismo, junto a su esposa Inge Morant. “Los gajes de tener una fama temprana”
El Miller de Muerte de un viajante, el Miller esposo de Marylin Monroe...era un Miller sin duda de otro tiempo, aunque le soportaban los mismos huesos que le elevaban por encima de nuestras cabezas.
En aquel entonces no sabíamos que efectivamente había, al menos, dos Miller. Y que su cara con expresión taciturna quizá respondía al hombre que tenía escondido un hijo deficiente, que solo revelaría a la hora de destapar su testamento igualitario para todos sus descendientes.
Para alcanzar la gloria teatral, Miller desmenuzó la vida tan publica como secreta de Willy Loman, un fracasado obsesionado por alcanzar el éxito. No era su caso. Aunque puede que su vida se convirtiese en la carrera contraria: La del hombre de éxito temprano obsesionado por no bajarse de la nube. Panorama desde el puente, otro titulo emblemático como metáfora del hombre que se contempla a si mismo en la distancia, dudando si el viaje que inicia es el suyo o el de un suplantador de personalidad. ¿Cuantos Miller había en Arthur Miller? Alguno de ellos quizá murió en vida, dándole la razón al vendedor de billetes de un viaje al encuentro consigo mismo.- Javier MARTIN-DOMINGUEZ
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