VISIONES DEL MITO
Javier Martín-Domínguez
Dejamos de ver a Kennedy aquel malogrado día del tiroteo en
Dallas hace cincuenta años, para ya no dejar de mirarlo nunca mas. Cuando ver
la televisión era todavía mayormente una experiencia comunitaria, mirábamos absortos aquel blanco y negro
luctuoso que rememoramos ahora en una nueva dimensión digital y globalizada de
verdad. Sin entender entonces la trascendencia, contemplábamos aquella historia
todos juntos ante el televisor de un pueblo de Castilla en los salones del
Ayuntamiento. Para los niños había quedado prendido en nuestras mentes un
nombre y un hombre, John Fitzgerald Kennedy, que los medios entronizaban el día
de su muerte en la Historia con dimensión de mito. Junto a la llegada del
hombre a la luna, América nos colocaba en otra dimensión gracias a las
incipientes comunicaciones intercontinentales con imagen que dan a la realidad
un sentido de historia compartida. De viaje por los Estados Unidos cincuenta
años después, he vuelto a sentir esa comunión de ciudadanos enganchados al
televisor en zonas comunes, como en el aeropuerto JFK de Nueva York, con las
pantallas vomitando una y otra vez aquella escena del magnicidio. Aparecen
comentaristas varios, se desgranan las teorías de insospechadas conspiraciones,
se atisba como hubiese sido el mundo si la bala no hubiese alcanzado el
objetivo, y tantas cosas mas. Pero el resultado final es una galería del
hombre-presidente elevado a categoría de mito en sus fotos, pletórico de vida y
siempre en acción. De la pantalla
única, comunitaria y en blanco y negro de la España de los sesenta, hemos
pasado al mundo multipantalla con el don de la ubicuidad. Pero siempre todos,
aquí y acullá, mirando al héroe
segado. El sueño de un mundo kennedyano dejo aparte cualquier sombra para convertirse en un poema comunitario a
la esperanza. Estados Unidos se ha visto plagado de nuevos libros, emisiones de
documentales, mini-series, números especiales de revistas…dedicados a su soñado
príncipe de Camelot. El mito ha traspasado ya las generaciones, y la
memorabilia lo sigue agrandando con el tiempo.
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