13.11.13

DOLOR EN CHAVACANO. Tragedia en Filipinas



DOLOR EN CHAVACANO
  
Javier Martín-Domínguez


Hay que llorar por Filipinas con la intensidad de un tifón. Las imágenes de las televisiones muestran una amasijo de elementos no identificable, un puzzle cuyo único nexo común es el dolor que generan, en vivo y en la distancia. No podemos olvidar esta tragedia con una nación hermana, de la que fuimos los últimos colonizadores en irnos y los primeros en olvidarnos de todo lo que nos une. No solo quedan apellidos españoles en Filipinas, sino una cultura y tradición compartidas. Viaje hace años a Zamboaga del Sur, la capital sureña de Mindanao, para escuchar de primera mano hablar a la gente en chavacano. Esta especie de dialecto del antiguo castellano, con una gramática escasa y una fonética cercana, aun pervive entre una población que vive frente a playas de rosáceas arenas coralinas, pero con la amenaza del independentista Frente Moro de Liberación. Una guerrilla que ha dado mas de un disgusto a turistas poco precavidos. En aquella ocasión, una descendiente de españoles nos mandó de visita a una isla cercana colocándonos un guardaespaldas con metralleta a bordo. Filipinas fue la gran base española en Asia y aun puede ser nuestra mejor ligazón. Lo lamentable es que desde los zapatos de Imelda Marcos y el relevo de Cory Aquino apenas nos enteramos, ni interesamos por lo filipino. Las televisiones deberían sumarse al interés internacional que ha despertado su cine de en los últimos años. Desde Brillante Mendoza, galardonado como mejor director en Cannes, a las películas de larga duración de Lav Diaz,  el nuevo cine filipino sorprende por sus contenidos pegados a la vida y sus formas narrativas diferenciadas. La tragedia seguirá asomándose a nuestras salones unos días mas. Pero la atención no puede ser efímera. Filipinas debe permanecer en la memoria activa de España. El español que aun se habla entre la clase alta de Manila y ese derivado popular llamado chabacano deben potenciarse. Hay todavía 600.000 hablantes de esta lengua, que cuenta incluso con emisiones de radio y televisión. En tagalo, español o chavacano, compartimos hoy el dolor.

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