SIESTA ENVENENADA. ATR

La lucha de los opuestos, la gloria y el dolor, el amor y la muerte , es lo que construye las historias  adictivas. Una temporada mas los guionistas del culebrón de la tarde han tenido que aplicarse al límite para mantener a flote  día a día, semana tras semana el duermevela de la hora de la siesta. Amar en tiempos revueltos ha atravesado una temporada mas encandilando a una audiencia amplia y fiel. En esta ha jugado con valentía la trama de los militares de posguerra con un toque africanista, poniendo enfrente a otro colectivo singular de la época, los gacetilleros de sucesos, emulando la redacción de El Caso. Militares y periodistas en el centro de la acción. Un enredo de tramas que ha vuelto a colmar las expectativas de un folletón en el que se conjugan el arte de la lentitud, para esperar un desenlace que no llega, y las suficientes dosis de veneno real o amoroso para mantener intranquila a la audiencia.  Vuelve a ser clave en esta serie-río, con varios años en antena, un casting amplio y bien elegido

. En esta temporada, la elegante Natalia Millán ha tomado el relevo de la bella Eva Martín como protagonista principal. Aunque en la realidad el protagonismo es coral, destacando sobre todo las nuevas caras televisivas que van ganando aquí enteros para un día saltar a la pantalla grande. Los cuestionables experimentos científicos de un medico militar, que dejo un pasado oscuro en Tetuán, es la subtrama que van soltando su venenillo para mantener el suspense y el miedo a las venganzas y hasta el asesinato en cada episodio. Mientras el veneno real  acecha, el que alimenta los amores cruzados van poniendo la guinda semana tras semana. Todo ello recurriendo una vez mas al eje básico del arriba y abajo: la familia de la portería y la  del piso noble del militar de alta graduación, con sirvienta del Protectorado incluida. Nada que ver con el culebrón latino que sigue a esta serie española, y ejemplo de la línea de producción que nos hace ganadores en casa e interesantes para otros mercados. Que siga, aunque nos esté envenenando la siesta nacional.