2.5.12

SEGUNDAS PARTES


Madrid, 30 abr. (COLPISA). 
Refugiarse en lo supuestamente seguro o apostar por la innovación. Ese es el debate sobre cómo encarar la crisis, que en el caso de la televisión nos ha vuelto a dar una respuesta más bien conservadora recurriendo a lo ya conocido, sin tomar el riesgo de buscar nuevas vías para crear un futuro diferente. Resulta frustrante ver que las novedades de la primavera televisiva solo están en los títulos, pero no en el contenido ni en las caras que nos los venden. La nueva temporada esta plagada de recuperaciones. Han vuelto Buenafuente y Sarda, y también se anuncia el regreso de Ramón García. Incluso entre las series se promociona ya que vuelve 'Hospital central'. Los programadores juegan a lo supuestamente seguro, aunque los datos de audiencia empiecen a demostrar que segundas partes no siempre son tan buenas. Debe reconocerse a Buenafuente su capacidad de mantener un humor vivo, suficientemente corrosivo a la par que amable. Pero habría que pedirle un empujón al formato y una renovación de colaboradores. En el caso de Sardá, solo la empatía de su primer invitado, Serrat, salvó los muebles del programa cuya realización y narrativa dejaron mucho que desear. Una fórmula antigua y poco trabajada, un tipo de programa totalmente prescindible y que solo el nombre del presentador permite su emisión. ¿Qué le pasará a Ramón García en su regreso a la cadena pública? ¿Será igual de frustrante? Hay que pedir una mayor exigencia a los programadores para que orienten los formatos que las productoras externas entregan a las cadenas. Deberían acomodar las propuestas al perfil de la cadena y obligar a los retoques necesarios en lugar de tragar aquello que ya viene santificado por un nombre establecido. Los resultados prueban que hace falta más que un buen presentador para que la audiencia sea cautivada. El país sumergido en el marasmo de la crisis pide a sus grandes empresas innovación para encontrar una salida. A las teles, les pedimos también explorar nuevas fronteras. Es primavera y todos esperamos flores nuevas, no el mismo jarrón con las ya marchitas. 

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