4.5.10

SHANGHAI 2010. UN CUENTO CHINO


Envuelta en galas de acero y luz digital, Shanghái ha desplegado su nuevo embrujo por las pantallas de la aldea global, colocándose como primera dama de las megalópolis. La Exposición Universal aparece ante los ojos del mundo como el colofón mágico  de un cuento imposible. Cuando los japoneses la tomaron por fin en 1941 pudieron constatar como la urbe del comercio y el arte estaba reducida casi a cenizas. Su esplendor de los veintes y treintas había sido machacado. Aupada en su puerto, Shanghái intentó rehacerse. La pesada losa del inoperante maoísmo- combatida siempre por la inteligencia local -solo la hizo crecer en población, que no en capacidades. Las últimas décadas la han vuelto a relanzar: por arriba, con sus rascacielos que compiten con Hong Kong y Nueva York; y por abajo, con sus galerías, clubes y comercios. Igual que Peking se presentó renovada ante el mundo con un show olímpico, Shanghái ha jugado la carta del parque de atracciones universal. Una mezcla de retos arquitectónicos y películas digitales. Dos artes que son el haz y  el envés de un mismo concepto: el uso imaginativo del espacio.


Recuerdo con ilusión el momento de presentar a los directivos del evento - unos meses antes de la inauguración de la Expo de Sevilla - la película que nos habían encargado realizar para su promoción. .Al final de la proyección de “La Fiesta Universal” rompieron en aplausos. Habían visto su sueño culminado,  cuando el país entero pensaban que el proyecto era quimérico. Los operadores de videos borraron día y noche grúas de los planos rodados,  en maquinas digitales menos avanzadas que las actuales, para adelantar virtualmente lo que sería realidad. La alianza del cine y la arquitectura hacía el milagro. Ahora, se han unido el edificio cesto de Benedeta Tagliabue con los fotogramas de Carlos Saura, Isabel Coixet, Basilio Martin Patino y Bigas Luna para que España sume en el calidoscopio de la nueva capital de las sensaciones espaciales. Así se ha completando el mas fantástico cuento chino jamás contado, para que  Shanghái sea la imagen del futuro-presente

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