Pocas situaciones encandilan tanto a la audiencia como la exposición de las intimidades de los personajes públicos. El caso de la Duquesa de Alba es paradigmático. El morbo es aquí cuestión dinástica. Antes de la singular Cayetana de Alba, sus antepasadas ya gozaron de un atractivo halo, no solo por ser las primeras en el escalafón de la nobleza y la riqueza, sino por sus desenfadadas vidas. El estigma de tener que airearse en público les seguirá a sus sucesoras porque la doblez de la “maja” de Goya ha despertado un lógico apetito del publico por ver sus galas y sus carnes. Hará una década del meritorio enfoque de Bigas Luna sobre Goya y la Duquesa en la película Volaverunt, maltratada por la critica, pero exquisita en su concepto y ambientación. Ahora llega la segunda parte de la tv movie sobre la actual duquesa, que triunfa a diario en el escalafón televisivo en los programas del corazón, y que ha cautivado a la masa en el primer capitulo. El guión se apunta al morbo de los momentos cruciales de una vida de sobresaltos de una niña sin madre zarandeada por los vientos en la misma cúpula del poder. Hay momentos de gloria en esta producción, con rodaje de altura, Aunque también se dejan notar los altibajos de guión y la falta de profundidad en los caracteres.
La Duquesa de Alba en el Festival de Cine de Sevilla
SEGUNDAS PARTES
En este caso, la segunda parte si ha hecho mejor el conjunto del retrato de la Duquesa. Sobre todo, por la altura dramatica aportada por Adriana Ozores y Carlos Hipolito. Da la impresión de una historia mas compacta, menos triturada en la edición por la tijera de los buscadores de audiencia facil. La tensión entre Cayetana y sus hijos tras la muerte de su primer esposo y la relación con Jesus Aguirre está tratada con esmero, sin tapujos y con una tensión dramática potente, La serie da ganas de más.
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