La tecnología digital ha abierto nuevos horizontes a las fórmulas del entretenimiento, obligando a cambios y evoluciones en los medios y en su narrativa que cada día nos sorprenden más. El cine se ha magnificado en el 3D. La televisión está en puertas de ser 'sólo' digital augurando nuevos formatos y más interactividad. La música, en sus distintas formulaciones, está en pleno triple salto mortal. Caídos en combate los vinilos, los casetes y hasta el CD, se nos presenta ahora por vías insólitas. La última sensación es un gran coro formado por cantantes en su casa y frente al ordenador, conducidos por un maestro en la distancia. Ha nacido el coro global, precedido por una orquesta 'you-tube'. Dice el modismo anglosajón que «el límite es el cielo», y en eso está el matrimonio entre las artes y la tecnología: la conquista de los límites espaciales, anulando las distancias entre los que actúan y los que contemplan.
La siempre difícil boda entre la televisión y la ópera -programaciones largas, aburridas, distantes y con un bajo 'share'- también está siendo atemperada con la utilización de nuevas tecnologías. La Metropolitan Opera de Nueva York te anuncia por 'mail' su próximo estreno y su presentación en un cine cercano, aupada en el digital y el satélite. Al menos ha crecido la pantalla y la calidad del sonido. Seguro que el futuro nos permitirá elegir sin salir de casa la obra, el templo operístico donde la queremos representada y la butaca/punto de vista en la sala virtual. Otra formulación es la que ofrece, en 'tour' mundial, la versión musical de La Guerra de las Galaxias. Orquesta y coro en vivo, con presentador y proyección digital de imágenes de la saga de George Lucas. Aquí es la magia del cine la que suplanta a tenores y sopranos, personalizando la función a base de estrellas digitales en gran tamaño. Adelantado a su tiempo, Italo Calvino ya enunció las bases del 'próximo milenio', que es en el que estamos. Levedad, rapidez, exactitud, visibilidad, multiplicidad. Las claves del espectáculo del futuro.
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