18.1.09

Esperando a Madoff

Cada tragedia tiene su villano, y en esta crisis económica de proporciones épicas, lo ojos de la ira se han clavado sobre Bernard Madoff, icono social y televisivo de la codicia en los tiempos de la nueva gran depresión. El vendaval del dinero ha sacado en cueros al mas listillo de los operadores del mercado, al que vemos avanzando hacia la cámara parapetado en una gorra de beisbol sin mediar palabra con la prensa.
El culebrón Maddof no ha hecho mas que empezar, escondido en el secreto del negocio familiar, con su hermano, sus hijos, sus sobrinos como staff. ¿Cómplices o imposibles de juzgar?. Sigue con la saga de los afectados: los pequeños que si se dejan rodar por las cámaras y los grandes que se agazapan tras la mesa del mejor abogado de la ciudad. CNBC, cadena económica y global, van haciendo sus exposés sobre el caso, con historias de afectados que a sus sesenta y muchos pensaban en una dorada jubilación en Florida y tienen que volver a buscar un trabajo, o vender la casa, o esperar de la caridad de sus hijos para sobrellevar el sopetón de esta lotería con numeroso rojos.
La misma cadena cuenta la historia de la pirámide de Pozzi, o la del joven estudiante turco de la New York University que embarcó a otro montón de inversores, gracias a un bonito nombre de empresa, cuentas camufladas y hasta donaciones para aparentar mas. Es el mejor filón para la televisión, para el culebrón de una época de avariciosos que han tocado fondo, desatando miedos, intrigas y hasta suicidios. Ningún medio como la televisión para estas confrontaciones de embaucadores y embaucados con la cámara. La lágrima de los ricos y poderosos en directo, apoteosis de la noticia económica hecha carne.
Lástima que aquí veamos tan poco de Madoff en la pantalla , a pesar de ser el tercer país mas afectado en la estafa piramidal. ¿Donde están los inversores hispanos, sus bancos y sus abogados confesándose en nuestro cuarto de estar?. Carne de cañón para un “gran hermano” con la legión de afectados , trufado con el desarrollo dramático de un Esperando Godot. Tan absurdo y tan surrealista como la obra de Beckett, a la espera de que nuestro Madoff/Godot tenga algo que contarnos para deshacer el ovillo de engaños . El temor del espectador es que al final sus palabras se queden en “nada” o en “mas de lo mismo”, hasta el próximo episodio del desaprensivo que timó a los ricos.

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