La irrupción del papel impreso abrió otra era en la historia de la humanidad, la bautizada como galaxia Guttember. Gracias a las ondas hertzinas pasamos a la era Marconi, con la radio y la televisión. Y hoy estamos en la nueva galaxia digital en la que la sabiduría del filosofo se almacena en artefactos tan minúsculos e ignotos que parecen haber vuelto a residir en el aire. Están los fotógrafos hundidos en la nostalgia de los soportes que dejan de fabricarse, pero cuyo uso artesano seguro que fomentarán la subida de precios de las artes fotográficas que sigan usando papel o celuloide. Tambien lloran los periodistas ante la prensa que fenece y miran de reojo los editores de libros ante un objeto que se acaba, dudando si tendrán que recordar sus historias y pensar sus filosofía para ser vendidas oralmente en la plaza pública. Inevitable recuperar a McLuham con su “medio es el mensaje”, y saber por tanto que los cambios que están viniendo no son solo de soporte, sino de filosofía. Un giro en la historia hacia un mundo donde lo sólido da paso a lo liviano, en el que la distancia desaparece y el tiempo se mide por otros parámetros. La levedad de lo digital se impone, agradeciendo nuestro medio ambiente que la ecología de los medios no se base ya en cortar arboles y transformar el petroleo fósil. Los cambios siempre traen algo bueno.
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