LA RADIO DORADA
Javier Martín-Domínguez
Mi pasatiempo escapísta favorito en mis años de internado
era escuchar la radio en mi pequeño transistor. No recuerdo ni porqué lo pedí,
ni como lo consintieron mis padres. Pero yo tenia mi pequeña caja de sueños,
que escondía bajo la almohada para sentir escalofríos con aquellas dramáticas
retrasmisiones del “Ustedes son formidables “
en las que la voz de Alberto Oliveras
te hacía palpar las tragedias. Y para estar a la última de la música en
aquellos grises sesenta gracias a Miki (el de los Tonys) que pinchaba en su
Windy Club de Radio Madrid lo mejor de lo que llegaba del Londres pop. Tampoco
podía ni imaginar en aquel entonces que casi mis primeros pinitos periodísticos
serian en la radio a la que dedique mas de diez años de mi vida profesional.
Pero mi programa favorito, en el que se educó mi gusto
musical, era el “Vuelo 605” de Ángel
Álvarez. Allí sonaban desde los Moody Blues a la mejor selección de un genero
nuevo para mi como era el country americano. La radio emitía el despegue de un avión
y el locutor decía en su estela sonora. “Volando con Ángel Álvarez en Vuelo
605…” Y casi era verdad, por que supe después que A. Álvarez era parte de la
tripulación de Iberia en aquellos años de escasos vuelos y que ocupaba su
tiempo en Nueva York en llenar la maleta de los discos que aquí nunca
llegaban. El programa tenia una
estructura fija y exacta, con secciones como aquel “Vuelo 605-minuto 25” y con
la consagración de los grandes temas con la etiqueta “serie dorada” que otorgaba a los mas
grandes.
Poco tiempo después, ya en Madrid, escuchaba una noche su
programa “Caravana” y A.Alvarez invitó a la audiencia a llamar para participar
en un sorteo de discos. Fue la primera vez en mi vida que llamé a un concurso,
y creo que también la última que me tocó. La suerte fue mayúscula, porque al ir
a recogerlo conseguí otros premios asociados. El principal conocer en persona a
aquel hombre de voz aterciopelada y persuasiva, única en el genero radiofónico
musical. Vi su pecera, allí ismo en la emisora, y charlamos sobre los grandes
de la música americana. Lo mejor estaba por llegar: el premio era nada mas y
nada menos que un long play que contenía la canción que el había catalogado
como Serie Dorada Número 1: He´ll have to
go, cantada por Jim Reeves. Aun
conservo el LP, aún mantengo mi devoción nostálgica por el gran Ángel Álvarez y
su Vuelo musical, y mi querencia por la música country, tantos años antes de
que mi patria chica segoviana, en Riaza, se haya convertido en la tierra para
un concierto de verano, que ha tenido como estrella este año a Emilou Harris. Y
todo, gracias a la radio dorada que acunó mis sueños adolescentes.
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