2.8.20

Los sueños pintados de Consuelo Hernández. Arqueologías del ideal

ARQUEOLOGÍAS  DE LO IDEAL

Los sueños pintados de Consuelo Hernández

 

Javier Martín-Domínguez

 

            Una valla historiada de piedra y metal pintado en rojo separa la calle del teatro de Tánger. Aparece ahí atrás claramente cerrado, con la fecha de inauguración- 1913 - labrada en su frontispicio como una herida de muerte. A un lado la realidad de la calle, del otro el mundo dramatizado de los sueños. Hay un guardián que sorprende al curioso que se acerca a la valla. Por su ropa y su hieratismo podría ser de aquella época. Está vivo, y con gestos te invita a pasar. Apenas entran rayos de luz en el interior, la atmosfera está cargada y cuando los ojos se acomodan lo que descubren es la nada hecha pedazos. Butacas amontonadas, un escenario desvencijado, maderas levantadas. Solo queda la fachada del Gran Teatro Cervantes. Cuando la realidad arruina los sueños, cuando el tiempo devora el uso de los espacios solo  nos quedan la resignación por lo perdido o el impulso para revitalizar la arqueología de un ideal. 

            Este es un empeño para personas con tesón,  para creadores optimistas, para magos de las formas y el color capaces de dar nueva vida al pasado que nunca quisimos perder. Ahora que Consuelo Hernández, una enamorada del viejo Tánger, ha expuesto una amplia muestra de sus lienzos, los “retratos”  del viejo teatro tangerino varado se presentan en la zona central de la exposición,  emblema de una postura estética y vital de la artista. No hay nada irrecuperable, no hay sueño perdido que al arte no pueda recrear. 

            Consuelo viene de un lugar y un tiempo en el que el esfuerzo y el cuidado del detalle eran las claves para poder andar recto en la vida. Su obra es así. Paisajes o espacios perfectamente definidos y delimitados. Un gusto por la disposición clásica informa sus composiciones. Los colores aplicados vibran pero no chirrían. Un mundo reorganizado por el ojo del artista para insuflar clasicismo a las estampas urbanas. 

            En medio de esos paisajes aparecen figuras humanas que parecen haberlo visto ya todo y acomodan su mirada a un infinito que al tiempo les aplaque y les sorprenda. Consuelo ha visto el cambio del mundo en este transito de dos siglos y sabe que en la perplejidad está el retrato de los seres contemporáneos. Ya antes de la pandemia, y con mucha mas lógica ahora. En ocasiones uno duda si están mirando o están soñando. Al fin y a la postre, nada como una obra claramente realista para rozar la frontera de lo subreal. El mundo ensoñado. 

            Bajo el formalismo de las escenas, palpita el alma de la artista. Este podría ser su diario pintado. En Madrid, en Italia, en Asia y vuelta al Tanger de sus amores, los paisajes y los personajes le son cercanos. Son parte de un itinerario vital que adivina a partes iguales amarguras y satisfacciones, un fresco de los pasos de la vida. Esta exposición magna de Casa de Vacas en el gran parque de El Retiro de Madrid, con 60 obras colgadas, certifica los sueños cumplidos o los pintados para que se hagan realidad. Como el de reabrir el teatro tangerino en el que tanto empeño ha puesto con sus cuadros y sus escritos. Mientras llega la hora, tomamos un petite taxi azul hasta el café Hafa. Mi cuadropreferido en la exposición. Una sombra encorvada junto a la puerta abierta del vehículo imprime inquietud a la escena. Los que lo conocen saben que, tras el muro blanco y la puerta poco prometedora junto al nombre del café, se abre un pasillo a una mirada de ensueño y de éxtasis: el mar, el estrecho, el continente… Los sueños pintados. 

 

 

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