RTVE, que está en los cielos
Necesitamos un plan director, no una elección rápida de un jefe de Informativos, para que la TV pública sea un elemento dinamizador del futuro audiovisual y digital español
Siempre ha sido ese oscuro objeto del deseo, desde su fundación en el franquismo al periodo de Adolfo Suárez director, y también en la democracia, con cada partido disputándose su mano. Se da a la radio y televisión estatales un poder de marcar las mentes de los ciudadanos y la orientación del voto. Pero quizá sea una mera leyenda urbana, Tras asentarse las televisiones privadas y autonómicas, y más ahora con el dominio de internet. Con una cuota de pantalla por debajo del 10%, cómo puede pensarse que la televisión estatal determine nada… Y aun así, siempre ha marcado tendencia, incluso después del huracán Zapatero, que la dejó en los huesos y tiritando: sin cuadros experimentados y sin financiación coherente.
Cierto es que se hizo un ensayo de estabilidad tras el periodo de acumular deuda, y de consenso democrático que nadie se creyó del todo y que apenas a dos años de probarse naufragó. Desde ese momento, además, TVE dejó de ser líder de audiencia. Más allá de la reforma voluntarista de 'los sabios de turno' que no se aplicó por delirante; de la reforma real, que acabó con la 'espantá' del primer presidente elegido por consenso, lo cierto es que el modelo de RTV pública estatal quedó como consecuencia de ello, y de nuevo, a la deriva. No debe estrañar por tanto que lo único que interese controlar cuando llegan los cambios políticos es su aparato estrella: los informativos. Y quizá por eso cada nombre que sonaba como presidenciable venía del periodismo. Comprensible, pero tremendamente insuficiente. Por que TVE es y debería ser mucho más.
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RTVE debe ser la estructura estable del audiovisual español; la que invierte en el cine del futuro y en las series que deben corresponder a autores propios; la que se enseña en el mundo a través de los canales internacionales, la de la red de corresponsalías, centros territoriales y demás nervios vertebradores; la de la innovación digital; la de los formatos rompedores, de los documentales imprescindibles; la de la red europea UER, desde Eurovisión a los conciertos de clásica o las pruebas deportivas, etc.
Vista la omnipresencia de las autonómicas en sus territorios, es justo preguntarse si TVE no debe cumplir el mismo papel vertebrador a nivel estatal. ¿TV3 sí y TVE no? ¿Cultura catalana sí, pero española no? La respuesta parece obvia. Lo importante sería armonizar el papel de todas y cada una de las TV públicas ( y de sus radios); al igual que armoniza ya para producir cine vasco o catalán, que sin TVE no saldrían a flote. Esta es una clave extensible a otros ámbitos para entender el gran papel de RTVE en el audiovisual español.
Necesitamos un plan director, no una elección rápida de un jefe de Informativos, para que la TV pública sea un elemento dinamizador del futuro audiovisual y digital español. En eso radica la igualdad de modelo con una BBC. La planificación de los grandes contenidos (programa, series, cine, animación, cursos de español…) que coloquen al audiovisual español en el lugar que le corresponde. Y para cubrir las lagunas (en información, series históricas o literarias, animación, etcétera) que la iniciativa privada deje sin cubrir.
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Las grandes ocurrencias sobre el modelo español de RTV han sido varias. Desde la de la falsa autofinanciación, que derivó en la superdeuda, a la de los sabios que no tenían televisor, que derivó en la quiebra de audiencia, hasta la del que pone un director de Informativos al frente de una corporación de 1.000 millones.
La profesionalización, trasparencia e independencia son las claves. Tengo a gala ser quizás el único alto ejecutivo que ha trabajado en administacion de partidos diferentes (sin ser purgado), como director de gabinete del presidente y como secretario general del director, con PP y con PSOE. Esa debería ser la regla de neutralidad y profesionalidad. Y que el sistema de elección de mandos sea tan trasparente que incluso no deban elegirlo los partidos, sino las instituciones que se determine, y en concurso público. Solo así la TV pública será pública, del público; y no estatal, de quien controle ese momento los aparatos del Estado. La situación actual solo hace pensar que quien está decidiendo quizá no sabe ni de qué va, ni para qué sirve la RTV de un país democrático tan audiovisualmente importante como es España. Tambien es cierto que al que sabe, como sucedió con 'la trabajadora de la casa' Pilar Miró, se le buscaron las vueltas para que no llevase la televisión pública hasta el cielo que le corresponde.
*Javier Martín-Domínguez trabajó en RTVE, como periodista y como ejecutivo, ocupando entre otros puestos la secretaría general de TVE y la dirección de gabinete en RTVE.
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