15.11.11

CAMPAÑA. ¿ALGO QUE CELEBRAR?

Día tras día abren los informativos con los vídeos de la campaña y nos muestran un paisaje de banderas al aire, caras sonrientes, gente de fiesta, besos y abrazos entre correligionarios. ¿Hay algo que celebrar? Termina el bloque electoral y volvemos a la cruda realidad de una Europa en crisis y un país sin opciones de trabajar. El peligro de estar acentuando la esquizofrenia entre el mundo de la política y la realidad social vuelve a aflorar. Con unas encuestas dando un resultado cantado de antemano, las imágenes de la caravana electoral parecen perder sentido, máxime viendo el cambio en la vecina Italia sin gastar un euro más en parafernalia electoral. La penúltima historia del telediario muestra a los vecinos del pueblo de Higuera de la Serena limpiando las calles mano a mano, entre todos, por falta de fondos públicos para mantener a barrenderos oficiales. Nadie esperaba antaño que le barriesen la puerta de su casa porque los dineros públicos iban a cubrir necesidades más sofisticadas. Es el ejemplo liviano de un país que se pone a trabajar en lo suyo, mientras el vendaval político se escuda en la campaña de fiestas y sonrisas. Pero la política de gestos y colores, basada en la telegenia del candidato y el montaje de los mítines no parece tener acomodo para un tiempo sin recursos. Si algún sentido tienen las televisiones públicas sería para que las campañas de esta era electrónica se redujesen en gasto utilizando los recursos audiovisuales disponibles y se evitase el gasto y el desgaste de las campañas que huelen a pasado. Los nuevos formatos en televisión y en la red permiten una reformulación del mitin, del modelo de propaganda, de la presentación y debate de programas. No podemos seguir usando una narrativa de campaña arcaica. No he recibido ningún currículo de candidatos, ni su programa en mi correo electrónico. Tampoco ninguna sugerencia de sumarme a un grupo de partido en facebook...Vivimos ya en otra era, pero la política oficial sigue montando fiestas de campaña que vemos desolados desde casa como convidados de piedra.

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