Kalikatres, el filósofo del humor, ha muerto
Vida y obra del humorista Ángel Menéndez, fallecido en Madrid a los 88 años
FERNANDO GRANDA Angel Menéndez, el humorista que creó al filósofo egipcio Kalikatres, acaba de fallecer en Madrid, a los 88 años de edad. Además de chistes, Menéndez (San Sebastián, 1923-Madrid, 2012) publicó artículos, teatro y una cuantas novelas. Obras de humor como «¡Oh!, Kalikatres sapientísimo», «De cómo las bestias hacen el amor a lo humano y de cómo los humanos hacen el amor a lo bestia», «Maturranga, Espía y Mártir», «Los aborígenes de Andrómeda» o «Lo que hablan los microbios». Pero sus dibujos, tras empezar con la firma de Pitti en «La Codorniz», fueron apartándolo de la literatura de humor y una de sus últimas entregas fue en el semanal de «El País» y en «La Golondriz».
Kalikatres, paisano y coetáneo de Álvaro de Laiglesia, comenzó a publicar en la revista fundada por Miguel Mihura casi en sus comienzos y fue compañero de publicación de Conchita Montes, Ramón Gómez de la Serna, Azcona, Tip y Coll, Pablo, Serafín, Evaristo Azevedo, Forges, Ops «y otros» como así señalaba el staff de «la revista más audaz para el lector más inteligente».
Ángel Menéndez fue una persona taciturna e ingeniosa, aunque metido en su mundo. Creó un personaje, el clérigo egipcio Kalikatres, que creció en sus dibujos hasta formar una personalidad que acabó confundiéndose con el autor. Y las sentencias que dictaba aquella figura egipcia, mostrada con báculo y toca junto al Nilo de hace 3.000 años, se difundieron a través de diarios y revistas por las conversaciones cotidianas de tertulias, oficinas y reuniones familiares. Digamos que visionó con mucha antelación cosas que ahora vemos día a día. Por ejemplo, la pregunta de unos recién casados: «Y ahora que gracias a tus consejos nos hemos casado, ¡oh sabio Kalikatres!, dinos qué debemos hacer para amarnos toda la vida», pregunta la novia. Y responde el sabio: «Vivir poquito, hijitos, vivir poquito». Era el año 1952. Filosofía de hoy.
Kalikatres fue un conversador de salidas inesperadas. Fue el filósofo que con una línea picassiana añadió un cierto y absurdo sentido crítico a una revista basada en el humor absurdo, que dibujaba un humor sutil que reflejaba lo que no se podía expresar con palabras en tiempos de censura. Si en la publicación encontraban refugio, además de Miguel Mihura, firmas como Wenceslao Fernández Flórez, Manuel Aznar, Enrique Jardiel Poncela, Joaquín Calvo Sotelo o José López Rubio, y humoristas como Herreros, Neville, Tono y un largo plantel, quizá Kalikatres daba la puntilla y mientras dos indígenas veían acercarse unas carabelas en una viñeta el texto decía: «Ya vienen a traernos la civilización; y eso ¿en qué consistirá: en matarnos, en hacernos esclavos o tendremos tiempo de huir?»
En los últimos tiempos Ángel Menéndez, ya lejos de su personaje, salía poco, bajaba con su andador para comprar el periódico y poco más en el barrio madrileño de Chamartín, cerca de donde estos días se conmemoran los setenta años de la salida de «La Codorniz». Conservaba todavía su punto de humor. Decía: «No mintáis, dejadlo para los políticos».
Kalikatres, paisano y coetáneo de Álvaro de Laiglesia, comenzó a publicar en la revista fundada por Miguel Mihura casi en sus comienzos y fue compañero de publicación de Conchita Montes, Ramón Gómez de la Serna, Azcona, Tip y Coll, Pablo, Serafín, Evaristo Azevedo, Forges, Ops «y otros» como así señalaba el staff de «la revista más audaz para el lector más inteligente».
Ángel Menéndez fue una persona taciturna e ingeniosa, aunque metido en su mundo. Creó un personaje, el clérigo egipcio Kalikatres, que creció en sus dibujos hasta formar una personalidad que acabó confundiéndose con el autor. Y las sentencias que dictaba aquella figura egipcia, mostrada con báculo y toca junto al Nilo de hace 3.000 años, se difundieron a través de diarios y revistas por las conversaciones cotidianas de tertulias, oficinas y reuniones familiares. Digamos que visionó con mucha antelación cosas que ahora vemos día a día. Por ejemplo, la pregunta de unos recién casados: «Y ahora que gracias a tus consejos nos hemos casado, ¡oh sabio Kalikatres!, dinos qué debemos hacer para amarnos toda la vida», pregunta la novia. Y responde el sabio: «Vivir poquito, hijitos, vivir poquito». Era el año 1952. Filosofía de hoy.
Kalikatres fue un conversador de salidas inesperadas. Fue el filósofo que con una línea picassiana añadió un cierto y absurdo sentido crítico a una revista basada en el humor absurdo, que dibujaba un humor sutil que reflejaba lo que no se podía expresar con palabras en tiempos de censura. Si en la publicación encontraban refugio, además de Miguel Mihura, firmas como Wenceslao Fernández Flórez, Manuel Aznar, Enrique Jardiel Poncela, Joaquín Calvo Sotelo o José López Rubio, y humoristas como Herreros, Neville, Tono y un largo plantel, quizá Kalikatres daba la puntilla y mientras dos indígenas veían acercarse unas carabelas en una viñeta el texto decía: «Ya vienen a traernos la civilización; y eso ¿en qué consistirá: en matarnos, en hacernos esclavos o tendremos tiempo de huir?»
En los últimos tiempos Ángel Menéndez, ya lejos de su personaje, salía poco, bajaba con su andador para comprar el periódico y poco más en el barrio madrileño de Chamartín, cerca de donde estos días se conmemoran los setenta años de la salida de «La Codorniz». Conservaba todavía su punto de humor. Decía: «No mintáis, dejadlo para los políticos».
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