Los ojos de la eternidad
Fotografías de Pio Cabanillas en Antigua
Por Javier Martin-Domínguez
Si te llamo “antigua” es porque eres clásica. Porque tu tiempo era aquel, el tiempo que no pasa, el tiempo que detiene su paso, porque ya sabe que lo que pasó es lo definitivo. La cosa antigua es que no participa de lo moderno; esta varada en su clasicismo y no tiene aspiración alguna de ser parte de ese futuro que nunca llegará. Mejor estar ahí, quieta, mirando quizá, pero ausente de veleidades; despojada de ansiedad, que la novedad es no verdad.
Lo antiguo deviene despues de que el fotógrafo haya hecho clic. En ese instante la película se ha impregnado de pasado y ha entrado en su periodo clásico. La eternidad y aquella foto están hechas de la misma sustancia. La sustancia del clasicismo.
Todo parece antiguo, de otro tiempo, lejano y distante en esta entrega de fotografías de Cabanillas. Un viaje largo a una historia tan antigua como la creación, tan lejana como el tiempo que no anda. Se ha detenido el objetivo, absorto, mirando a unas miradas lánguidas, tristes, hondas que llena la foto de ojos. Te miran esos ojos sin mirarte a ti, porque su mirada es tan poderosa como la de aquel que ha visto todo, la boca del volcán y el parpadeo del cielo.
Estas esas caras envueltas en un rito cíclico, uno de pasión, muerte y resurrección que evoca la verdad, pero tambien el sueño de la vida. Todo tan duro, todo tan difícil de soñar. Pero año a año el rito se renueva, la promesa se cumple y las miradas sale del oscuro zaguán para auscultar las calles y lanzar otro envite por la vida.
Hay humaredas de incienso, que crecen desordenadas entre el bullicio y levantan columnas de anhelos por cumplir. Pero nada nuevo llegará. La ronda de la vida dará vuelta y vuelta otro año más, para hacer bueno el ritual y sentir que los de siempre es lo único cierto. Así pervive y pervivirá Antigua. La vieja Santiago de los Caballeros de Guatemala
Estas placas en blanco y negro, con miradas escritas con luz, nos asombran por su claridad, porque son trasparentes y verdaderas, como si fuesen los primeros ojos que tuvo el mundo y ahora vienen una cámara a consagrarlos en su antigüedad.
Ha hecho Pio Cabanillas ya muchas rutas y las ha dejado marcadas con su cámara. Ha ido señalando en los mapas sus afanes por conquistar el mundo para enseñarlo en su prístina pureza. Primero las arenas, los paisajes, luego el oasis con figuras y finalmente ahora la humanidad, abiertamente carnal, con ojos que parecieran vísceras porque son tan reales como la comida que tragamos y el agua que nos da vida. Saben ellos que nos miran y nosotros sabemos, por mirarlos, que esa es la gran verdad. La verdad de los tiempos se llama Antigua.
ANTIGUA. Fotos de Pio Cabanillas.
Ediciones Turner. 2020