La pantalla siempre ha funcionado como ventana que nos revela otra realidad. Tambien como punto equidistante entre el espectador y el otro lado: la fantasía, los secretos, lo prohibido. En ese contexto, las historias de prisiones le ha dado al cine grandes momentos de fascinación, al conducirnos al interior de un mundo secreto, que induce a una malsana curiosidad. Celdas, pasillos, y patio de prisión conforman el perímetro asfixiante en el que la planificación del rodaje y la pericia de la cámara siempre están a prueba y en el que la hoja de ruta del guión se adivina como fundamental. Esta temporada nos trae nuevos ejemplos de un genero ya clásico, el drama carcelario.
Los goyas han santificado lo que la taquilla ya bendijo con el éxito de
Celda 211, dirigida con pulso por un buen visitador de géneros como es
Daniel Monzón. De inmediato se estrena la joya francesa del año, seleccionada para el oscar y gran premio del publico del Festival de cine europeo de Sevilla: “
Un profeta”. Jacques Audiard y
Tomas Bidegain mezclan los mundos cerrados de las mafias, los nacionalistas corsos y los integristas musulmanes. En el
Festival de Goteborg, el premio lo acaba de conseguir la cinta carcelaria danesa
“R”. En una vuelta de tuerca al genero, la televisión crea magnetismo con el final de la serie Perdidos, en la que no hay celdas y vallas, pero el concepto de isla-prisión hace a los guionistas tirar de las claves del genero para enganchar a la audiencia.
La misma Gran Via centenaria que ha colocado estrellas en sus aceras para glorificar los goyas, vestía a mediados de los noventa un inmenso cartel cinematografico, anunciando la versión berlanguiana del fenómeno, que trasladaba a la comedia política de enredo el trasunto de lo penitenciario.
“Todos a la cárcel”, titulaba el cartel, que se trasmuta ahora en invitación, en un todos al cine para ver las últimas y vibrantes aportaciones al genero.
Celdas, rejas, pasillos vigilados. Criminales, tramposos, drogadictos. Un mundo de visitas prohibidas con el ojo de la cámara como voyeur para satisfacer a la audiencia.